La idea se escuchó más de una vez durante la semana rumbo a la gran final de la NFL. El Super Bowl debería organizarse cada año en Las Vegas. La capital mundial del juego albergó por primera vez el partido más importante de la temporada de fútbol americano. El evento del domingo ya ha dejado dos grandes récords, a falta de cifras definitivas. Es el programa más visto en la historia de la televisión en Estados Unidos y provocó el mayor cruce de apuestas desde que fueron legalizadas. “Puedo decir con seguridad que esperamos volver”, dijo el comisionado de la liga, Roger Goodell, en la ceremonia donde Nueva Orleans recibió el testigo rumbo a 2025.
“Creo que tuvimos un Super Bowl muy exitoso. El Estado de Luisiana y Nueva Orleans tienen una vara muy alta ahora. Se ven un poco nerviosos”, bromeó el gobernador de Nevada, Joe Lombardo. En una rueda de prensa tras una semana de actividades en Las Vegas, las autoridades de la ciudad le dijeron a Goodell, medio en serio y medio en guasa, que debería de olvidarse de la rotación que ha llevado el gran juego de la NFL por todo el país desde la tercera edición, en 1969. “Creo que ya entendí el mensaje, quieren otro Super Bowl en Las Vegas”, les respondió el comisionado.
Las Vegas es desde hace años un atractivo destino turístico. Tiene 150.000 cuartos de hotel y un amplio catálogo de espectáculos. Sin embargo, nunca antes había sido considerada una capital deportiva. Esto ha cambiado en los últimos años. En 2017 recibió a su primer equipo de hockey, los Golden Knights, que se convirtieron en campeones en 2023. En noviembre se confirmó la mudanza del equipo de béisbol Atléticos de Oakland a la ciudad, que jugará en un estadio temporal hasta que su casa definitiva esté lista en 2028. Muchos consideran inevitable la llegada de la NBA. La WNBA, la liga de baloncesto femenil, ya tiene equipo allí desde 2018. Ha sido campeonas de forma consecutiva las últimas dos temporadas.
Los Atléticos no son el primer equipo que Las Vegas roba a Oakland. Los Raiders de la NFL vinieron de allí en 2020. El desembarco de Raiders en Las Vegas abrió la puerta para que el mundo pudiera ver a Patrick Mahomes ganar su tercer campeonato. Una regla no escrita de la NFL impide que una ciudad sin equipo en la liga organice un Super Bowl, un evento que deja cientos de millones de dólares en ingresos a miles de comercios e industrias. La Cámara de Comercio calculaba que el partido iba a dejar unos 215 millones de dólares de derrama.
La NFL parece haber reducido en los últimos años el número de ciudades adonde lleva su final. El clima juega en favor del Oeste, que ha recibido más finales en los últimos años. Los Ángeles recibirá en 2027 su segundo Super Bowl en cinco años. El de 2026 será también en California, en casa de los 49ers, quienes vieron escapar el domingo su sexto campeonato frente a los Chiefs. El estadio Levi’s de Santa Clara será el anfitrión, pues otras sedes dejaron pasar la oportunidad para enfocarse en el Mundial de ese año.
En la historia del juego, 29 de 57 partidos se han jugado solo en tres zonas metropolitanas, las de Miami, Los Ángeles y Nueva Orleans. Esta última recibirá el próximo año su Super Bowl número once. Será el sexto disputado en el Superdomo donde juegan los Saints. Todo indica que Las Vegas se unirá a la rotación de estas urbes.
Récord de apuestas
La industria de los casinos de Nevada obtuvo tras el juego una ganancia de seis millones de dólares. La cifra no ha sido auditada aún, pero representa el 3,7% del total de apuestas que se cruzaron, 185,6 millones de dólares. Es el mayor monto desde que se tienen registros, de acuerdo a la Junta que regula el juego en el Estado. Se rompió el récord anterior fijado en el Super Bowl de 2022 entre los Rams y los Bengals (179 millones de dólares). Ese partido, no obstante, dejó un mayor margen de ganancias, unos 11 millones (6,2%).
Las cifras de apuestas son mayores a nivel nacional. Las proyecciones estimaban que iban a jugarse unos 1.500 millones de dólares. Seis de cada cuatro lo hicieron en favor de Kansas City, quienes estaban ligeramente abajo en las probabilidades de triunfo. Esto provocó unas pérdidas de alrededor del 4% a las casas de apuesta en todo el país. De acuerdo a la firma Macquarie Securities, esto se traduce en unos 64 millones de dólares.
“El juego despertó mucho interés en un nuevo demográfico, las mujeres”, aseguró el analista Chad Beynon de Macquarie, haciendo referencia a la poderosa influencia de Taylor Swift. “Consideramos el Super Bowl 58 como uno muy positivo para las apuestas deportivas”, añadió.
Las pérdidas para los casinos habrían sido peores si los jugadores de Kansas y San Francisco hubieran tenido una mejor noche. Las estrellas de ambos equipos estuvieron por debajo de los números esperados. Este Super Bowl fijó récords más atractivos fuera de la cancha que dentro. En un partido donde solo hubo cuatro touchdowns, la marca más llamativa que dejó la final de Las Vegas fue el número de goles de campo convertidos por un solo pateador. Es de Harrison Butker, de los Chiefs, con nueve.
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